Exhibitions

Miradas
Galeria Cornion / C/La Merced 45, 33201 Gijón, Spain
22.12.2018 - 07.02.2019
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Cornion reopens its new art gallery with a collective exhibition

The new Cornion occupies two rooms: the one that already served as an exhibition space on the ground floor of the premises and the large area previously occupied by the bookshop. This collective exhibition, with which Cornión recovers his pulse, adds canvases and sculptures by some thirty artists: Rubio Camín, Antonio Suárez, Bartolomé, Navascués, Pelayo Ortega, Pablo Maojo, Luis Fega, Miguel Galano, Javier Victorero, Edgar Plans, Esteban Prendes and Tadanori Yamaguchi, among others. A very powerful cast of creators, with its own name in the history of Asturian and Spanish art of the twentieth and twenty-first centuries, which gives an idea of the importance that Cornión has had in the care and attention of artists of the highest level.

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Ansichten von Berlin
Glaserie Galerie Aulich/Maigré / Pettenkoferstr. 3, Berlin
15.11.2018
 

OpenAirGallery 16
Berlin
03.06.2018
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The OpenAir Gallery is an annual art exhibition in the open space of the Oberbaumbrücke over the Spree in Berlin, which is one of the most established art-related events in Berlin. The OpenAirGallery is sponsored by the Stadtteilausschuß Kreuzberg e.V. (https://stadtteilausschuss-kreuzberg.de/).

Lange Nacht der Bilder
BLO-Ateliers / Kaskelstr. 55, 10317 Berlin
09.06.2017
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Group exhibition at the artists association BLO-Ateliers.

Un invierno en la India
Museo Barjola & Valey - Centro Cultural de Castrillón / Gijón & Castrillón - Spain
01.03.2014 - 01.10.2014
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El color de La India estalla en el Barjola

Paché Merayo

Padre e hijo componen una doble serie de papel que les enfrenta y les abraza, exhibiendo el alma de una tierra que les ha cautivado. Ramón y Esteban Prendes vuelcan en el museo el fruto pictórico y fotográfico de un invierno en Varanasi.

«Tu forma de pintar es más científica», dice Esteban a su padre, Ramón Prendes, que se extraña y pregunta: «¿Por qué». «Porque indagas, pruebas, experimentas. Además pintas recogido, ordenado». «Claro, tú viertes directamente la pintura sin pensarla. Trabajas al sol y no te importa ni el tumulto, ni los monos corriendo cerca», replica el veterano creador, subrayando la línea que les separa. Más delgada de lo que aparenta. Y los dos se ríen. Y los dos desdibujan enseguida la frontera: «Pese a todo nuestra manera de encarar el trabajo es la misma. Nos dejamos guiar por los sentimientos. No pretendemos, solo hacemos». Hablan así Ramón y Esteban en el Museo Barjola, entre las obras que cuentan su último invierno en La India, frente al Ganges. Una tierra y un río que les cautivó a ellos y a sus pinceles y que estalla en colores, multitudes, rito, espectáculo y mística en la primera planta del conjunto arquitectónico de la Trinidad. Allí no hay un hombre a la izquierda y otro a la derecha, sino dos experiencias pictóricas y vitales entremezcladas.

Ahora Ramón y la casi mágica barcaza que se desliza por el Ganges como una balsa mortuoria llena de silencio y probablemente de cenizas (allí fue a llevar las de su mujer hace un tiempo). Ahora Esteban con su visión del Kumbh Mela, «la mayor concentración religiosa de la Tierra», que bulle en sus cuadros con explícita energía. «Antes yo no veía en sus obras los hombres, los lugares, las secuencias. Después de vivir en Varanasi, ya lo veo todo. Reconozco lo que cuenta», dice Ramón, observando uno de los retratos que su hijo hizo de aquella tierra. Y entre la barca y «los millones de hombres» buscando purificación en el río que fluye hacia Bangladesh, todo un caudal de leyendas pintadas. También de miserias.

La historia de Rajú, el niño sin nada que soñó sobre papel con una casa «y una llave», con un armario «y una llave», repite Ramón, es solo una de ellas. Rajú y su quimera inspiró una serie completa de moradas dibujadas con techo y sin basura en las manos del Prendes veterano. Pero hay otras muchas, aunque la visión general de la exposición es más jubilosa que dramática. Su cuerpo, que permanecerá en el museo dos meses y luego pedirá miradas y sentidos en el Valey de Castrillón, ofrece unas buenas dosis de calor y vida.

Las obras de Ramón, ordenando los colores del Ganges. Sus barcas, sus saris azules y el ritmo de las aguas. Las de Esteban, mayores en tamaño, que hablan con admiración casi espiritual de Harishchandra, la fábula que en los textos religiosos hindúes es punto de partida del ideal que ambos parecen haber encontrado bajo a luz de Shiva, entre búfalos casi sagrados, los peregrinos que rezan al sol y los Nagas. «Esos hombres sin una sola posesión, ni siquiera sus ropas», que ocupan desnudos su relato, algunos de sus colores y muchas de sus fotografías. Pues el fruto del último invierno en La India, no es solo pictórico.

En la exposición del Museo Barjola también se puede contemplar el vieje interior y exterior en bellísimas instantáneas, proyectadas sobre una pared, como una narración silenciosa. Y por si realidad estampada en fotos y la interpretación amparada en pintura fuera poco, Ramón Prendes y Esteban Prendes han volcado su relato en verbo. Como sus obras, también sobre papel.

‘Un invierno en India’ queda encerrado, finalmente, en un libro, al que acuden sus propias voces y con ellas las de Juan Carlos Gea y una historiadora de arte británica, Simar Preet Kaur.

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Donde se congregan dioses

Ángel Antonio Rodríguez

«Todo lo que hemos vivido, sentido y experimentado durante ese invierno nos ha hecho crecer como personas y queremos compartirlo a través de algunas imágenes». Dicho y hecho; Ramón y Esteban Prendes (padre e hijo) se encontraron en la estación de Chitrakut y se fueron a Varanasi pasando por Allahabad, en la India. Durante meses compartieron vivencias, costumbres e instantes, pintando desde el desayuno hasta la puesta de sol para exprimir la vida y su pureza. Y, seguramente, estableciendo sólidos lazos paternofiliales para la eternidad.

Fue en enero de 2013, aunque ambos habían estado allí en otras ocasiones. El resultado de estas experiencias ‘familiares’ son un sinfín de obras en múltiples formatos de soportes humildes que, entre la memoria, el juego y el gesto, se sintetizan ahora en la primera planta del Museo Barjola. Ya hace tres años habían compartido algo parecido en el Museo Evaristo Valle. Ahora se presentan ocho piezas en gran formato de Esteban Prendes y veinte pequeñas de Ramón Prendes, configurando una amalgama de composiciones, enredos visuales, colores y líneas que se solapan e interrelacionan, manteniendo su independencia pero mostrando registros de un viaje común, purificador, espiritual e introspectivo. Hay, pues, miradas que se detienen en los ojos de un niño callejero, y en esos mismos ojos del dios Hanuman porque, al fin y al cabo, los mitos reposan entre corazones infantiles. También restos de periódicos, alfabetos extraños, enigmáticos y reinterpretados, figuras danzantes de pasión matissiana, enredos y complicidades de ascendencia norteuropea, y bastante ‘dripping’ expresionista, y símbolos enmarañados, y mensajes ocultos. Quizás, porque Ramón y Esteban Prendes son conscientes de que el pintor debe ser viajero en cuerpo y alma, entre la historia pasada y reciente, entre el conocimiento propio y la enseñanza ajena, zambulléndose en las aguas de los logros o las miserias para reivindicar el placer y arriesgarse, si cabe, un poco más cada mañana.

Los dos han empleado el viaje como estímulo en sus trayectorias vitales y artísticas. Ramón se inspiraba antes en la ría de Arosa, y en los Picos de Europa, en el norte de África, en los textos de Joyce y de Beckett, y en sus sempiternas lenguas de mar, reales o ficticias. Esteban en las casas de ‘okupas’ de Berlín, y en aquellas primeras estancias en Varanasi, que le sirvieron para obtener una beca AlNorte de EL COMERCIO. Las obras del padre responden a cambios interiores, procesos de renovación que le enfrentan a una nueva vida y al paso de las horas entre senderos solitarios, incertidumbres, dudas y resignaciones que, al caer el día, regresan a su mejor refugio: la pintura. Las obras del hijo, con similares inquietudes, rebosan espontaneidad nutriéndose de instantes, huellas y momentos alejados de cualquier aspiración comercial para patentar su fe en la austeridad y los ritmos efímeros, sobre grandes telas dominadas por puertas abiertas para pasar y pisar, con los pies descalzos.

A buen seguro, con esas premisas, sus aventuras seguirán fluyendo. Con el privilegio de contarlo y la intensidad de quien bebe la vida sin prisa, observando la belleza que emerge en cualquier rincón, entre el bullicio, o desde el silencio. Porque, como escribe en el catálogo su amiga Simar Preet, «donde se congregan los dioses hay espacio para todos».

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Berlín-Varanasi-Gokarna
Galería Cornión / Gijón - Spain
10.11.2011 - 10.12.2011
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Prendes del Río, una pintura llena de contrastes.

M.S.Marqués
La Nueva España 10.11.2011

A Esteban Prendes del Río (Gijón, 1978) la vinculación al mundo del arte le viene de cerca. Hijo de Ramón Prendes y sobrino de Javier del Río, vivió desde muy pequeño rodeado de artistas y creció en un ambiente en el que la pintura estuvo siempre en el foco de atención. Con esos precedentes, comenzó pronto a interesarse por ese mundo y a convertir su entorno, lo que ve, lo que le rodea o le preocupa en objeto artístico.

Ahora, algunos años después de aquellos inicios y tras muchos viajes y vivencias, Esteban Prendes del Río muestra su primera exposición individual en Gijón, y lo hace en la galería Cornión, una sala que no le es ajena, porque en ella habrá visitado muchas exposiciones de su padre, un artista fiel a la casa.

Titulada «Berlín-Varanasi-Gokarna», la muestra reúne cerca de una treintena de obras de distintos formatos realizadas en dos lugares tan diferentes como son Berlín e India. En el primero ha establecido su residencia desde hace algunos años y en las localidades de la India pasa grandes temporadas desde que descubrió Benarés en un viaje realizado con sus padres.

«Después de aquel primer viaje volví a Benarés para dejar las cenizas de mi madre en el río Ganges, y creo que fue ahí donde empecé a pintar». Influido por el colorido, los contrastes o la cruda realidad que se vive en la calle, Prendes del Río desarrolló una intensa actividad. En Berlín, las cosas son diferentes y eso se nota en los cuadros, asegura. En la capital alemana «pinto hacia adentro, todos los trabajos son autorretratos, mientras que las obras que realizó en la India están más vinculadas al paisaje y al entorno».

Gisela Wrede, artista y galerista alemana que conoce bien su obra, subraya en el catálogo de esta muestra de Cornión que los trabajos de Esteban Prendes «se refieren siempre al presente inmediato, al entorno directo», lo que identifica con una larga tradición de los artistas españoles. Pero a las influencias del entorno, el artista contrapone las estaciones del año, cree que es lo que más influye en su trabajo. «En invierno el resultado son cuadros más blancos y, sin embargo, durante la primavera y el verano se cargan con distintos colores». Ese contraste de tonalidades tiene mucho que ver con las situaciones personales del pintor, «dependen de como esté yo y también de cómo se relacionan los colores entre ellos».

Prendes del Río, que se considera autodidacta, aunque asistió a talleres en Asturias y Alemania, se encuentra cómodo pintando lo que encuentra dentro de sí mismo. «Esa mirada al interior se concreta en una serie de autorretratos desde diferentes perspectivas, ordenados de manera circular en un mismo cuadro, con líneas que tensan la composición hacia los bordes hasta convertirse en parte de un todo mayor», según lo entiende Gisela Wrede.

A la hora de definir su trabajo, el pintor opta por un expresionismo que él mismo define próximo a una cierta figuración. Pero no en todas las obras expuestas en Gijón sucede lo mismo; en su producción tiene una presencia relevante el boceto, un apunte surgido de lo cotidiano, de lo cercano, pero no siempre esa realidad que aglutina se deja ver en el cuadro. Su pintura se gesta y nace a partir de la vida diaria, de la calle, pero no siempre eso se refleja de una manera realista, Prendes cree que el color y los contrastes de tonalidades tienen mucho que decir de esas vivencias.

En Berlín, el artista asturiano participó en una exposición colectiva y realizó distintas intervenciones en espacios públicos e industriales, además, es el autor de un gran mural en el Muro de la Vergüenza en Belén (Palestina).

En Oviedo, expuso por primera vez el pasado año en la sala Borrón, y en Gijón lo hizo junto a su padre, Ramón Prendes, en el Museo Evaristo Valle. Confiesa que la actividad artística de Berlín le interesa especialmente, «porque se trata de un arte más vivo, y más juvenil, que inunda la calle».

La exposición de Prendes del Río estará en la Galería Cornión hasta el 10 de diciembre.

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Del Spree al Ganges: El río de la vida

Luis Feás Costilla
La Voz de Asturias 04.12.2011

Esteban Prendes al fin se ha decidido a hacer su primera exposición comercial, él que tantos prejuicios tenía al respecto. Con un prurito justificadísimo, se resistía al hecho de tener que pintar a cambio de dinero, pero ahora que ha cumplido los treinta y tres años se va dando cuenta de lo que muchos le decíamos, que no hay contradicción entre el comercio justo y la tarea honesta y sincera, que una cosa es que te compren lo que haces y otra venderse, hacer por dinero lo que de otra forma no harías. Su desconfianza hacia la vertiente más institucional y promovida de lo artístico procede de una posición humilde, de recogimiento, pues sabe que el arte es demasiado importante como para que lo único que se promocione sea el ego del artista o para que el cuadro, como objeto, se convierta en un artículo de lujo. Por eso pinta con materiales pobres, que son más baratos y le permiten mayor libertad. Por eso permite que sus cuadros se pisen, como hizo en su individual del año pasado en la Sala Borrón de Oviedo o él mismo realiza a la hora de pintar sus cuadros, dejando en ocasiones su huella. Por eso, y por ser generoso y agradecer alos demás el interés por lo que hace, regala dibujos y bocetos en la inauguración de sus exposiciones, incluso de las comerciales, algo que en principio sería como tirar piedras sobre su propio tejado, si es que quiere vivir de lo artístico.

Porque donde Esteban Prendes sabe mostrarse verdaderamente generoso es en su pintura, hecha con un derroche de energía y vitalidad. Pintura-pintura, de colores complementarios y trazos expresivos, en la mayoría de las ocasiones con voluntad representativa, de pintar lo que ve, lo que le impresiona, en su periplo vital por Berlín, ciudad en la que vive, o por la India, a la que viaja (o, mejor dicho, peregrina) a menudo. Su pintura, en este sentido, está ligada al paso de las estaciones como, según el poeta Basho, es común en todos los que logran sobresalir en el arte: los fríos inviernos berlineses son duros, incluso traumáticos, lo que se traduce en lienzos casi blancos, del color de la nieve, de un gestualismo retraído, condensado y resumido, en los que se deja parte de la tela sin pintar. Las primaveras y los veranos y sus estancias en la ciudad india de Benarés le ofrecen, por el contrario, un renacimiento cargado de color que se plasma en cuadros llenos de contrastes y repleto de figuras, a orillas de ese río, el Ganges, sagrado para los hindúes, que ya había mostrado en exposiciones anteriores como la que compartió con su padre, Ramón Prendes, el año pasado en la Fundación Museo Evaristo Valle de Somió. También aparece la ciudad de Gokarna (la india, no la nepalí), cuyas playas inspiran las obras más abstractas del conjunto, en el que predominan como siempre los autorretratos, no por afán narcisista, sino para mirar fuera y dentro de sí, con función introspectiva. En total, una treintena de cuadros, que muestran, en esta individual en la Galería Cornión de Gijón, a un pintor cada vez más maduro, al que le sienta bien la purificación de las aguas, pero que al mismo tiempo es consciente de que éstas no bajan limpias, sino impregnadas de todo el dolor de la vida y los más catárticos rituales de muerte. Y que hace un arte cargado de poesía pero sin pureza, pues ya se sabe que quien huye del mal gusto cae en el hielo, como escribía Neruda.

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En viva experiencia

Ángel Antonio Rodríguez

Entre el frio urbano de Alemania y las cálidas visiones de los paisajes hindúes, tras muchisimas horas de pausada contemplación, vivencias y estímulos en las calles de Berlín, Varanasi y Gokarna, Esteban Prendes lleva dos años pintando y repintando lo que ve, lo que siente y lo que habita el íntimo acto de pintar. De ahí el carácter marcadamente expresionsista de los trabajos que estos días presenta en la galería Cornión este joven gijonés, cuyas incipientes inquietudes vieron la luz pública por primera vez hace tres años, de la mano de EL COMERCIO, que entonces le otorgó una de las becas AlNorte. En aquella ocasión las visiones de esas mismas ciudades anunciaban un artista singular, sincero, alejado de cualquier dogma o recurso mimético.

Hablando de Esteban Prendes hemos dicho en otras ocasiones que, si la neidad y el compromiso deben ser virtudes inherentes a cualquier pintor, a este le sobran cualidades. Su febril pasión le mantiene en una encrucijada donde se debate, un día sí y otro también, entre la libertad creativa y la necesidad de exponerse al público.

Esta nueva exposición gijonesa de Esteban Prendes propone imágenes capaces de hacer bailar las sombras, y reproduce la experiencia de estar vivos desechando la idea de la memoria banal. Son secuencias tangibles pero fugaces, que reconstruyen la nostalgia y la convierten en un conjunto de temporalidades cruzadas. Fricciones, diálogos, encuentros que generan nuevos itinerarios de lo visible o de lo invisible, en medio de ese tejido silencioso donde se depositan el presente y el pasado como una sutil trama de imprevistos.

Marc Augè, autor de ‘Los no lugares, espacios del anonimato’ reflexionaba sobre lo que pueden ser estos espacios de tensión dramática en el arte, favoreciendo la individualidad para desarrollar sólidos discursos. «El espacio del no-lugar no crea ni identidad singular, ni relación, sino soledad y similitud », afirmaba el antropólogo. Ocurre algo parecido en estos rincones que hoy plasma Esteban Prendes, aparentemente lejanos.
El pintor se entrega a ellos como viajero, en cuerpo y alma. Las huellas de su viaje fluyen sobre las telas o los papeles, recorren foros donde vibra la cultura de nuestro tiempo, entre el deseo y la esperanza, el conocimiento propio y la enseñanza ajena. Una obra alegre, colorista, expresionista sin duda, de guiños figurativos pero gestualidades nobles, con ideas, palabras, vivencias y purezas sobre soportes dominados por grandes vacíos. Espacios para la reflexión, para ‘pisar’, pasar y viajar hacia mundos propios, lugares de la esencia de nuestro pensamiento.

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Esteban Prendes del Río, pintor del siglo XXI

José A. Samaniego

Esteban Prendes del Río (Gijón, 1978) es hijo de Ramón Prendes y sobrino de Javier del Río (1952-2004). Desde niño ha vivido en el ambiente de los pintores, respirando el olor de la paleta y viviendo la pelea con la obra y las zozobras creativas desde que nació. De formación autodidacta, pasó por la Escuela de Artes y Oficios de Avilés, por el taller de Humberto en Oviedo y por otros estudios en Berlín, Londres, Nepal y Australia. Es un signo de nuestro tiempo. Como tantos de nuestros jóvenes, ha recorrido el ancho mundo, pero no de vacaciones. Siente la globalización y conoce el espesor del planeta Tierra. No ha realizado muchas exposiciones. Pero en cada una ha dado un paso de gigante. Ahora, en la galería Cornión, he sentido la sorpresa y la alegría de ver nacer a un nuevo pintor en Gijón. No se parece a su padre, Ramón Prendes, ni a su tío Javier del Río. Posee su propia personalidad artística, ha creado su vocabulario pictórico, habla el idioma de sus propios pinceles.

Conviven sobre las paredes de la galería 25 cuadros, unos pintados en Berlín, donde la vida es dura para el artista joven, casi una experiencia de marginación social. Y otros pintados en la India, sea la ciudad palpitante de Benarés o las playas relajadas de Gokarna. Trabaja Esteban Prendes del Río a técnica mixta sobre lienzo y alguna vez apoya el lienzo sobre tabla. Ese lienzo ofrece siempre su textura propia a la vista y el tacto del espectador. Ello quiere decir que el pintor trabaja con decisión y limpieza, a toques directos y precisos. Fondo del tejido, huecos de lienzo base, pinceladas expresivas de dibujo y contornos en negro. Y otros fondos laterales en que se contraponen el rojo y el verde, el rojo y el azul, lo ardiente y lo frío. Las cuatro obras sobre Gokarna estallan en rojos y amarillos de vida apacible y sensual. Oscilación de sentimientos, aspiraciones frustradas, algo que padece a nuestro alrededor la juventud de este tiempo.

Titula Esteban Prendes del Río en inglés y en alemán. Practica el retrato cercano al expresionismo. Es medio abstracto medio figurativo. No hay manera de meterle en casilleros. Son encantadoras sus pinturas de animales, como las gaviotas, las vacas sagradas, los pollos o las palomas del parque.

Hay tres cuadros que impresionan. Son de cierto tamaño (150×150 cm). Se titulan algo así como «Reflexión», «Autorretrato» y «Todo es igual». Una serie de caras en el espejo, formando un círculo, entre rayas rojas y verdes o azules. Algunos textos van en castellano: «fin de semana», «por fin», «the end», «todo da lo mismo»? «Amargado, acorralado, acoquinado, no soy nada de lo que quiero ser»?». «Pintor: ¿por qué no ser eso?» Tal es la angustia del futuro que vive Ramón Prendes del Río, lo que viven nuestros hijos, lo que tanta gente se pregunta hoy en toda Europa y muy especialmente en España.

Esos sentimientos profundos afloran ya en el arte de nuestro tiempo, del que es adelantado explícito Ramón Prendes del Río. Ha nacido un pintor del siglo XXI.

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Berlin, Winter 2010 / Indien, Sommer 2011

Gisela Wrede, Künstlerin, Berlin

Die aktuelle Ausstellung von Esteban Prendes zeigt einen Ausschnitt aus Werkgruppen von jeweils 200 Arbeiten, entstanden im Winter 2010 in Berlin und während der Monate von Januar bis April 2011 in Varanasi und Gocharna.

„Ich male, was ich sehe, ich male, was in mir ist – und den Akt der Malerei.“
Prendes Malerei bezieht sich stets auf die unmittelbare Gegenwart, die direkte Umgebung – womit sich Prendes in eine große Tradition nicht nur der Künstler seines Geburtslandes stellt. Zahlreiche Skizzen der alltäglichen Umgebung entstehen, auf die er zurückgreift, wo nicht die Seherfahrung der Form direkt ins Bild mündet. In der Erinnerung bewahrt sich das Wesentliche, die Kontur. Die Form wird reduziert, die Farbigkeit beschränkt sich auf wenige intensive, kontrastierende Töne ohne Modulationen.

„Ich male, was ich sehe…“ – und was ich höre, rieche, schmecke, fühle, möchte man ergänzen.
So wie die Bilder aus dem Winter 2010 die klirrende Kälte jenes Winters evozieren, das gefrorene Eis und den schmutzig-bräunlichen Schnee auf den Berliner Bürgersteigen – alles ist Kälte und Zusammenziehen.
In dieser Ausstellung, in unmittelbarer Nähe, kontrastierend: Die Indienbilder mit ihrer glühenden Hitze, den wenigen, oft komplementären Farben auf warmem, hellem Grund, den klaren, mit schwarz-weißer Kontur umrissenen Figuren im Gegenlicht, wenigen, Perspektive andeutenden Linien, die den Raum verspannen.
Die Bilder scheinen eine Art synästhetischer Wahrnehmung zu erzeugen, eine Million Gerüche und eine Kakophonie von Geräuschen heraufzubeschwören.

„…was in mir ist…“ – was insbesondere bei dieser Malweise, die auch auf Ausdrucksmittel und Verfahren des action painting und des abstrakten Expressionismus zurückgreift, nicht erstaunlich ist. Immer wird Wahrgenommenes gespiegelt und gefiltert und eine parallele Welt neben und zur Wahrnehmung erfunden werden.
Der Blick nach Innen und auf das Selbst konkretisiert sich in einer Serie von (Selbst-) Portraits, entstanden im Winter 2010.
Selbstportraits aus verschiedenen Perspektiven, zirkulär angeordnet in ein- und demselben Bild, Linien verspannen die Komposition zu den Rändern hin, bis sie Teil eines größeren Ganzen zu werden scheint.
Wenige komplementäre Einsätze fassen die Form zusammen. Textpassagen, geschrieben wie eine Linienschrift, zeichnen seismografisch die Gedanken des Malers auf oder zitieren auch Songtexte der Musik, die während der Arbeit gehört wird.

„…und den Akt der Malerei.“ In diesem dritten Aspekt thematisiert Prendes die Entstehung des Bildes/ die Malerei selbst.
Spuren, auch Pentimenti offenbaren den Entstehungsprozess des Bildes, Fußspuren werden ebenso einbezogen und Teil des Bildes. Skizzen fließen mit ein und werden direkt auf dem Bild belassen, eine Figur trägt gar eine Skizze desselben Motivs mit sich herum.
Diese Thematisierung des Entstehungsprozesses selbst ist ein fast akrobatischer Kunstgriff, mit dem es dem Maler gelingt, zugleich innerhalb und außerhalb des Bildes zu sein – mit einer clownesken, komischen Einfachheit, die die postmoderne Authentizitätsdebatte absurd erscheinen lässt.

Se permite pisar
Sala Borrón / Oviedo - Spain
03.08.2010 - 27.08.2010
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Esteban Prendes (se) permite pisar

Juan Carlos Gea

Se permite pisar. Lo advierte el título de la exposición de Esteban Prendes (Gijón, 1978) en la Sala Borrón. Y los lienzos tirados por el suelo, con las huellas de las pisadas propias y ajenas, confirman que no es un título puesto en vano: el visitante puede pisar, literalmente, algunas de las pinturas de Esteban. Con semejante incitación, casi debe. Pero sobre todo puede y debe pisarlas con los ojos, estén o no desplegadas por los suelos, del mismo modo que propio autor se ha permitido pisarlas –a conciencia- antes de exponerlas a la huella ajena.

Nada puede ser más inmediato, más urgente y más expresivo en los lienzos que Prendes expone (el verbo hay que tomarlo en la plenitud de su sentido) en su segunda muestra individual. Fruto de los últimos meses de trabajo en Berlín, ciudad donde reside desde hace cinco años, de aprendizajes tan intensos como los acumulados en sus viajes por la India, de explosiones de puro sentimiento en la soledad de su cuarto berlinés, las pinturas de Se permite pisar son, más que gestos de una subjetividad ensimismada y vanidosa que intenta exhibirse, el puro registro de una experiencia: sus huellas, tal como quedan en el mero pasar, impresas en el suelo fresco de la pintura. Sobre la tela basta y sin imprimar, el uso de materiales povera como la pintura industrial o las ceras, alterna manchas intencionadas o accidentales, pisadas reales, figuras arquetípicas que son casi ideogramas (un cuadrado negro para connotar encierro o intimidad, unos elementales cascos que representan a la policía antidisturbios) o de la escritura, de un modo que recuerda a Twombly más que a Basquiat, pero que carece de las exquisitas coartadas intelectuales del primero y de los esnobismos tribales y calculadas ironías del segundo.

El resultado ni siquiera se aproxima a un psicoanálisis basado en el automatismo o en la traducción mediante el gesto, ni es tampoco como una investigación formal o un método de autoconocimiento. Lo que hace Esteban Prendes no es más que una manera de narrarse y de narrar desde el lenguaje de lo plástico los conflictos que, dentro o fuera de uno mismo, componen el mundo y el tiempo de una vida cada día con sus vulgares materiales. Su pintura –una pintura generosa hasta la prodigalidad, como apunta Luis Feás en el texto para el díptico de la exposición- tiene la perentoriedad sin trascendencias de un diario, un relato cotidiano que sólo cuenta algo (para nadie, ni siquiera para uno mismo) cuando hay algo que contar, y que el resto del tiempo acumula y calla con una fe en la pintura que no necesita de más liturgias que la pintura misma y una suerte de adanismo sin narcisismos, sin manifiestos y sin fingimientos que consigue devolver pisada por pisada: dejar huella.

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Un pintor que deja huella

Luis Feás Costilla
La Voz de Asturias

La pintura de Esteban Prendes está hecha con un derroche de energía y vitalidad. Si utiliza materiales pobres como pinturas industriales o lienzos sin imprimar es porque eso le proporciona mayor libertad. Según él mismo escribe, no pretende responder a ninguna pregunta ni solucionar enigmas, sino solamente contar lo que siente cuando pinta. Que se vea cómo lo hace, las huellas, que se muestre el rastro, el camino seguido. Los pies desnudos sobre el lienzo. Pintura-pintura, en la que de todas maneras es inevitable advertir una obvia voluntad representativa, de pintar lo que se ve, que ha ido cambiando con el tiempo pero que demuestra un afán por recoger y asimilar lo que le impresiona, algo normal cuando se ha viajado profusamente por la India y se vive en Berlín.

Algunos cuadros de las series pintadas en la ciudad india de Benarés y la capital alemana fueron ya mostrados en la única exposición individual realizada por el pintor gijonés hasta el día de hoy, en el Centro Municipal de Arte y Exposiciones de Avilés, en 2008. Precisamente ese año emprendía una extenuante tarea que parece culminar por el momento en las obras que ahora se exponen en la Sala Borrón de Oviedo, hechas en su mayor parte a lo largo del último invierno berlinés.

Del expresionismo inicial, repleto de figuras, se va pasando a un gestualismo mucho más retraído, condensado y resumido, en el que adquieren importancia los textos manuscritos a modo de manifiesto y se deja parte de la tela sin pintar.

Prendes trabaja con la mente en comunión con el paso de las estaciones, como es común, según Basho, en todos los que logran sobresalir en el arte, y está claro que el paso del último solsticio ha sido para él duro y frío, incluso traumático, lo que se traduce en lienzos más blancos, del color de la nieve, y huellas más livianas y aun así profundas, pero es seguro que más adelante seguirán nuevos cuadros llenos de contrastes, pintados en esta floreciente primavera.

El arte generoso

Nada hay más alternativo que ser generoso. También en arte. En un mundo dominado por la codicia y el afán de poseer, dar sin pedir nada a cambio es todo un gesto de resistencia ante la vorágine egoísta. No se trata tanto de no tener, conforme a la general norma ascética, como de producir sin apropiarse, según recoge por ejemplo el Tao Te Ching, o mejor aún de compartir con los demás cuando se tiene, como defendía el buen Epicuro, para quien no había mayor placer que compartir un trozo de queso con un amigo, o Jesús de Nazaret, que como el anterior predicaba que no hay mayor bien que la caridad ni nada que proporcione mayor alegría. Hasta Nietzsche, el transmutador de todos los valores, muestra a Zarathustra ansioso por compartir con los demás la copa de los conocimientos adquiridos en su retiro en la montaña y le hace declarar su amor “a quienes se prodigan y dilapidan su alma y nunca buscan agradecimiento ni retribución, pues esos son los que lo dan todo y no quieren conservarse a sí mismos”. Y está claro que Esteban Prendes sabe ser generoso, incluso en lo material. Al joven pintor gijonés le gusta dar hasta en sus exposiciones comerciales, y por eso regala dibujos y bocetos, para agradecer a los demás el interés por lo que hace. Como todo el que empieza, tiene cierta prevención por la vertiente comercial de lo artístico y le agobia el hecho de tener que pintar a cambio de dinero, pero es de suponer que muy pronto aprenderá que no tiene por qué haber contradicción entre el comercio justo y la tarea honesta y sincera. Si el joven Prendes permite que sus cuadros se pisen no es porque minusvalore lo que hace, sino todo lo contrario, porque sabe que el arte es demasiado importante como para que lo único que se promocione sea el ego del artista o para que el cuadro, como objeto, se convierta en un artículo de lujo. Pura cura de humildad.

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Varanasi
Fundación Museo Evaristo Valle / Gijón - Spain
18.07.2010 - 26.09.2010
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Un viaje familiar a la esencia de La India

Ángela Núñez

Varanasi, la ciudad India de los mil nombres, es un imán que atrae irremediablemente al occidental. Su aparente caos, la espiritualidad, la luz y un Ganges que anega hasta el alma no deja indiferente y marca para siempre. Ramón Prendes y su hijo Esteban sucumbieron a su poder hipnótico y de esa estancia en la ciudad oriental surge ahora una exposición conjunta que desde la mañana de ayer cuelga de las estancias del Museo Evaristo Valle.

En Varanasi estuvieron varios meses por separado experimentando con nuevos materiales y texturas y el resultado es una obra que rinde homenaje a los viajes ‘irracionales’ con escenas de la vida en aquel lugar; en el que las figuras, los animales y las arquitecturas cobran protagonismo.

Desde que Ramón Prendes expusiese en el Evaristo Valle en 1994, por última vez, su obra pictórica se ha mantenido más o menos constante, utilizando registros figurativos. Pero, es en esta nueva obra donde se puede vislumbrar en todo momento la espontaneidad, en un «apasionante goce creativo». Cuadros como ‘Signos’, de Ramón Prendes, hecha sobre periódicos y ‘Ganges’ de Esteban Prendes que representa una escena de la ciudad india reflejan un viaje renovador que marcó la creatividad de ambos artistas. Hasta el próximo día 26 de septiembre se podrá disfrutar de este recorrido pictórico por la enigmática India de la mano de padre e hijo.

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